Musica de yoga y meditacion

Relajación tibetana (palabra mus…

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La música tiene muchos beneficios maravillosos para la gestión del estrés y la salud en general. Puede ayudarte a calmar tu fisiología sin hacer un esfuerzo consciente, y eso puede aliviar el estrés de tu mente. La música también puede elevar tu estado de ánimo, ralentizar tu respiración y provocar otros cambios en el estrés.

La meditación es también una de las estrategias de gestión del estrés más populares por una buena razón: aporta beneficios a corto plazo, como la calma de la mente y el cuerpo, y puede aumentar la resistencia al estrés con el tiempo.  Combinar la música con la meditación puede profundizar los efectos positivos de ambas y proporcionar un mayor alivio del estrés.

Música relajante para dormir

La música es poderosa. Las investigaciones demuestran que la música puede alterar el estado de ánimo y el comportamiento de una persona, así como su cuerpo físico. Por eso, en nuestro acelerado mundo moderno, los efectos calmantes de la música son tan importantes. La meditación también es poderosa. Puede aportar claridad y paz interior. Cuando estos dos mundos, la música y la meditación, se juntan, aportan beneficios que afectan a toda la vida. Escuchar música relajante puede tener un impacto positivo en tu práctica meditativa y en tu vida. Antes de hablar de examinar esos beneficios, veamos primero lo que entendemos por “música de meditación”.

La meditación es un método para aportar claridad a tus pensamientos. Te permite cultivar formas de ser nuevas y positivas. Con un trabajo regular y paciencia, puede tener un efecto transformador y llevar a una nueva comprensión de la vida.

La música también tiene poderes transformadores. La combinación de ritmo y melodía tiene una enorme capacidad para influir en nuestra mente. Cuando escuchamos una pieza musical con un ritmo lento, en una tonalidad mayor, sin elementos ásperos, puede llevarnos a un lugar más relajado y tranquilizador.

Música para dormir profundamente 159

La música de meditación es aquella que se interpreta para ayudar a la práctica de la meditación. Puede tener un contenido religioso específico, pero también, más recientemente, se ha asociado a compositores modernos que utilizan técnicas de meditación en su proceso de composición, o que componen dicha música sin ningún grupo religioso en particular como objetivo. El concepto también incluye la música interpretada como un acto de meditación.

La música de meditación moderna del siglo XX comenzó cuando compositores como John Cage, Stuart Dempster, Pauline Oliveros, Terry Riley, La Monte Young y Lawrence Ball empezaron a combinar técnicas y conceptos de meditación y música. Entre las obras específicas se encuentran Music for Zen Meditation (1964) de Tony Scott, Inori (1974), Mantra (1970), Hymnen (1966-67), Stimmung (1968) y Aus den sieben Tagen (1968) de Karlheinz Stockhausen, Quartet for the End of Time (1941) de Olivier Messiaen, y Ben Johnston, cuya obra Visions and Spells (una realización de Vigil (1976)), requiere un periodo de meditación antes de su interpretación. Los conceptos de R. Murray Schafer sobre la clariaudiencia (audición limpia), así como los que se encuentran en su obra The Tuning of the World (1977), son meditativos[1].

Monjes tibetanos meditando…

Pero cualquiera que haya intentado meditar, ya sea tumbado en la cama, sentado en una silla o en posición de loto completa, le dirá que no es tan sencillo. Incluso el yogui más ansioso puede sentarse, respirar profundamente, encontrarse relajado y felicitarse por lo bien que va la meditación. Pero entonces, tal vez te concentras en tu respiración e inmediatamente suena en tu mente “Breathe” de Faith Hill (o si no, “Breathe” de Fabolous). Sea como sea, pronto te encontrarás cara a cara con lo que muchos profesores y practicantes denominan “mente de mono”. Saltando, jugando, dando vueltas, haciendo listas de tareas que terminar y correos electrónicos que disparar, llamadas telefónicas que hay que hacer, esa “mente de mono” nos hace darnos cuenta de que calmar la mente moderna no es una tarea sencilla, sino de hecho hercúlea.

“La música tiene encantos para calmar un pecho salvaje”, dice la tan citada frase del dramaturgo William Congreve, pero la música también tiene la capacidad de calmar la mente de mono y permitir que sus oyentes tengan una mayor sensación de calma. Con el aumento del interés por la filosofía oriental y la meditación en Occidente a partir de la década de 1960, la música se utilizó a menudo para transportar a su público a estados de conciencia elevados. Músicos de jazz como John y Alice Coltrane trataron de infundir sensibilidades orientales a la música occidental para conseguir un sonido universal, que a menudo incluía el sitar y la tambura en un entorno de jazz. No fueron los únicos: Músicos como Tony Scott y Paul Horn empezaron a viajar con sus trompas por Oriente, trayendo consigo esas sensibilidades.